Del 2 al 5 de mayo se conmemora la Semana Mundial del asma, enfermedad que, de acuerdo con la estimación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 235 millones de personas la padecen en todo el mundo, afectando a un 9% de niños, 11% de adolescentes y 6,6% de adultos en todo el mundo.
El cambio climático y la contaminación ambiental favorecen la modificación de factores genéticos que producen que cada vez más gente tenga asma, una de las enfermedades crónicas respiratorias más prevalentes del mundo, señalaron diversos especialistas.
Factores desencadenantes de la enfermedad
En las personas con asma los bronquios se inflaman aumentando el grosor de sus paredes que se estrechan y aumentan la producción de moco, lo cual se produce por una respuesta exagerada a ciertas sustancias o situaciones llamadas “factores desencadenantes”, según el Ministerio de Salud.
Algunos de los factores pueden ser infecciones respiratorias virales; el humo del tabaco; exposición a ambientes irritantes; cambios climáticos; ejercicio y estrés emocional; o alérgenos como el polvo, polen, pelos de animales y ciertos alimentos; algunos medicamentos; factores hormonales; y reflujo gastroesofágico.
¿Es una enfermedad hereditaria?
Las personas parecen más propensas a desarrollarla si tienen historial familiar de la afección, por esta razón algunos investigadores la describen como una “enfermedad altamente heredable”.
Según un estudio de revisión de 2014, los factores genéticos representan alrededor del 70 por ciento del riesgo que tiene una persona de desarrollar asma, lo que significa que los genes juegan un papel importante en si una persona desarrolla la afección.
Sin embargo, la genética no es la única causa del asma. Algunas personas lo desarrollan, aunque no tengan antecedentes familiares conocidos de la afección. Una persona puede tener una tendencia genética hacia el asma, pero nunca desarrollarla realmente.